Dormir menos de 7 hs cada noche se asocia con aumento de la morbimortalidad, sobre todo aquella debida a enfermedades cardiovasculares.
Tres instituciones especializadas (US National Sleep Foundation, American Academy of Sleep Medicine, y Sleep Research Society) informan que la duración apropiada del sueño para adultos es de 7 – 9 hs cada noche. Sin embargo, esta indicación no se corresponde con la vida real, ya que aproximadamente el 35% de la población general duerme ≤6 h por noche y el 29,5% duerme 7 hs cada noche.
El sueño insuficiente es un problema sanitario prevalente en los países desarrollados. Además, el término “agudo” se emplea habitualmente con referencia al sueño de corta duración durante 1–2 días, mientras que “crónico” se refiere a períodos más prolongados.
El sueño de corta duración influye considerablemente sobre la salud. Esta corta duración del sueño puede ser consecuencia de los hábitos de vida, de factores ambientales o de un trastorno del sueño, como el insomnio o un trastorno respiratorio del sueño.
Cierta evidencia sugiere que el sueño de corta duración y la disminución de la calidad del sueño se asocian con mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos.
Se han propuesto varios mecanismos biológicos como vínculo posible entre la corta duración del sueño y estas enfermedades, como la participación del sistema nervioso neurovegetativo (SNNV), la función endotelial, la regulación metabólica, la inflamación y el sistema de la coagulación.
La inflamación es uno de los mecanismos intermedios más importantes involucrados en la aparición de enfermedades cardiovasculares. Actualmente se sabe que es un proceso complejo en el que participan la sobrexpresión de varias moléculas de adhesión, quimiocinas, citocinas y factores de crecimiento, que son centrales para la aparición de aterosclerosis. Se halló aumento de los valores de RNAm y de la producción de IL-6 y factor de necrosis tumoral, en monocitos tras una sola noche de privación parcial del sueño (sueño limitado a 4 hs).
El estrés oxidativo es otro mecanismo presunto subyacente al aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular asociado con el sueño de corta duración. Varios factores vasoactivos, entre ellos la endotelina 1, el óxido nítrico y la prostaciclina, participan en el mantenimiento de la homeostasis vascular. El aumento de los valores de endotelina 1 se informó en adultos con sueño de poca duración.
Además, se observó disminución de la reactividad vascular dependiente del endotelio e independiente del mismo tras la privación aguda total de sueño, asociado con aumento de los valores de la molécula de adhesión intercelular 1, que es un marcador de activación endotelial e IL-6, que inhibe la relajación dependiente del endotelio en la que interviene el óxido nítrico.
El aumento de los valores de marcadores protrombóticos podría reflejar un estado inflamatorio que provoque disfunción endotelial y aterosclerosis, haciendo que la relación causal entre EC y marcadores protrombóticos sea menos clara.
El SNNV ha sido muy investigado como posible mecanismo de aumento de riesgo de enfermedad cardiovascular tras la privación de sueño. Casi todos los datos indican el aumento de la actividad simpática tras la privación aguda parcial o total de sueño o la fragmentación del mismo.
En cuanto a las Funciones Metabólicas y Endocrinas, varios estudios epidemiológicos sugirieron una asociación entre el sueño de corta duración y el aumento de riesgo de sufrir 2 diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) y obesidad. El sueño y los ritmos circadianos son fundamentales para regular las funciones metabólicas y endocrinas.
Las hormonas leptina y grelina, que participan en el control de la saciedad y el hambre, fueron estudiadas en relación con la duración del sueño.El sueño de duración breve parece estar asociado con la disminución de los valores de leptina y el aumento de los valores de grelina, generando aumento del hambre, que puede llevar al mayor consumo de comida chatarra y a una creciente incidencia de obesidad de aquellos que duermen poco en relación con los que duermen lo necesario. Además, la privación de sueño puede reducir la sensibilidad a los estímulos endógenos que aumentan el gasto de energía y por lo tanto causar aumento de peso.
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