La incidencia máxima de artritis gotosa se observa en la quinta década de la vida; si bien la enfermedad afecta predominantemente a hombres, la prevalencia de gota aumenta en las mujeres posmenopáusicas con hipertensión arterial tratada con diuréticos o con insuficiencia renal.
La obesidad, el consumo de alcohol, la administración de diuréticos, la ingesta elevada de carne, mariscos, el consumo alto de fructosa en alimentos y bebidas y la disfunción renal son factores asociados con mayor riesgo de gota.
Asimismo, en los pacientes con gota se ha referido un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, más allá del conferido por los factores convencionales de riesgo cardiovascular. Los síntomas de la artritis gotosa aguda aparecen rápidamente, en el transcurso de 24 horas; las articulaciones afectadas, más comúnmente las metatarsofalángicas, se observan edematosas e inflamadas y con dolor intenso.
Según las American College of Rheumatology Guidelines for Management of Gout de 2012, los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el naproxeno, la indometacina y el sulindac, los corticoides y la colchicina oral representan las opciones terapéuticas de primera línea para el tratamiento de la gota aguda; algunas combinaciones farmacológicas pueden utilizarse para los episodios graves o refractarios de gota.
Los AINE no selectivos, sin embargo, se asocian con importantes efectos adversos gastrointestinales, por ejemplo, perforaciones, úlceras y sangrado.
El etoricoxib es un inhibidor altamente selectivo de la ciclooxigenasa (COX) 2, con propiedades antiinflamatorias, analgésicas y antipiréticas, asociado con riesgo más bajo de efectos adversos gastrointestinales, en comparación con los AINE tradicionales.
La indometacina se considera el AINE no selectivo más potente, con mayor inhibición de la COX-1 que de la COX-2. El objetivo de la presente revisión sistemática y metanálisis fue comparar la eficacia y seguridad del etoricoxib y la indometacina para el tratamiento de la gota aguda.
Las prostaglandinas (PG), derivadas del ácido araquidónico por acción de isoenzimas COX, ejercen una función esencial en la inflamación de diversas enfermedades articulares, entre ellas la gota.
La COX-1 se expresa de manera constitutiva en la mayoría de las células del organismo e interviene en numerosas funciones fisiológicas, como la protección del epitelio celular, la agregación plaquetaria y la regulación del flujo sanguíneo renal.
La COX-2, en cambio, se sintetiza esencialmente en respuesta a estímulos inflamatorios; incluso así, ambas isoformas participan en el proceso de inflamación aguda.
Los trastornos gastrointestinales constituyen los efectos adversos más frecuentes, en asociación con el uso de etoricoxib e indometacina. Las lesiones gástricas ulcerosas inducidas por los AINE son consecuencia de los efectos sistémicos –la inhibición de COX se asocia con inhibición plaquetaria y menor síntesis de prostanoides– y de la lesión en la mucosa.
Las prostaglandinas protectoras son fundamentalmente la PGE2 y la PGI2, y su inhibición mediante el uso de AINE podría inducir menor secreción de moco y bicarbonato, y reducir el flujo sanguíneo de la mucosa y la proliferación epitelial, con lo cual la mucosa se torna más susceptible a factores tóxicos, endógenos (ácido) y exógenos (infección por Helicobacter pylori). Además, los AINE son ácidos débiles que pueden motivar, per se, daño de la mucosa gastrointestinal.
La PGE2 y la PGI2 son vasodilatadoras, de modo que su inhibición podría asociarse con isquemia focal; en este escenario, los inhibidores selectivos de la COX-2 no disminuyen el flujo sanguíneo de la mucosa gástrica. La reducción de la síntesis de tromboxano A2, por medio de la inhibición plaquetaria de la COX-1, aumenta el riesgo de sangrado en presencia de hemorragia activa gastrointestinal.
Tanto la COX-1, como la COX-2 se expresan en los riñones; la inhibición de la prostaglandina renal E2 induce retención de sodio, edemas y agravamiento de la hipertensión arterial. La inhibición de la síntesis renal de prostaciclinas disminuye el flujo sanguíneo renal y el índice de filtrado glomerular.
Los hallazgos del presente metanálisis sugieren que el etoricoxib y la indometacina ejercen eficacia similar para al alivio del dolor agudo en la artritis gotosa; sin embargo, el etoricoxb se tolera mejor ya que se asocia con riesgo más bajo de efectos adversos, sobre todo de efectos adversos gastrointestinales.
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