Café recién cosechado en Yayu, en el suroeste de Etiopía, la tierra del ‘Arabica’. En vídeo, científicos británicos encuentran una planta de café perdida desde 1954.
La mayoría de las especies silvestres de café corren el peligro de desaparecer en las próximas décadas. De algunas solo quedan tres o cuatro plantas y de otras no hay noticias desde hace casi un siglo. Una de las amenazadas es la Coffea arabica, de la que proceden la mayor parte de las variedades cultivadas. Aunque solo tres especies tienen hoy interés comercial, la extinción de solo una de las demás amenaza el futuro tanto del café silvestre como el cultivado.
Casi el 100% de los 10 millones de toneladas de café en grano que se van a cosechar esta temporada son arábica o robusta (Coffea robusta). Hay una tercera especie (Coffea liberica) que se consume en diversas partes de África, pero su principal valor en el cultivo del cafeto es como injerto en el rizoma de las otras dos especies. En la naturaleza, sin embargo, hay mucho más café. Que se sepa, existen al menos 124 especies silvestres de Coffea. Y la mayoría no son originarias de las tierras húmedas de Etiopía. Las hay en Sierra Leona, en el extremo occidental del continente africano, hasta en el estado de Queensland, al este de Australia.
Ahora, investigadores del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido) han determinado el estado en que se encuentran todas las especies silvestres conocidas de café. Los resultados, apoyados en una década de expediciones sobre el terreno, acaban de ser publicados en Science Advances. De las 124 especies, 75 están amenazadas (el 60%), según los criterios establecidos por la Lista Roja Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Entre las especies amenazadas de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafés del futuro”
El porcentaje de amenazadas sube hasta el 70% si se descuenta del total la casi veintena de especies de las que no hay datos fiables. De 14 no hay información reciente, en buena medida debido a las guerras que han impedido su estudio. De algunas, hace más de un siglo de las que no se tienen noticias y de cinco, todas asiáticas, solo hay pruebas en los herbarios occidentales. Del total, 13 están en peligro crítico de extinción y solo 35 han sido catalogadas como no amenazadas. Aunque el riesgo se da en todo la distribución geográfica del café silvestre, el drama se concentra en Madagascar, con 43 especies amenazadas, Tanzania, con 12, y Camerún, con siete.
“Entre las especies amenazada”
s de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafés del futuro”, dice el responsable de la investigación del café en Kew principal autor del estudio, Aaron Davis. No se trata solo de que salvar una especie de la desaparición sea un valor en sí mismo, es que, aún sin tener interés comercial hoy, muchas de ellas pueden aportar resistencia a las enfermedades o ser capaces de enfrentar las cada vez más complicadas condiciones climáticas. “El aprovechamiento y desarrollo de los recursos del café silvestre podrían ser determinantes para la sostenibilidad a largo plazo del café”, añade Davis.
Los autores del estudio clasificaron todas las especies en tres grupos según su actual y previsible relevancia futura para el cultivo comercial del café. En un primer grupo situaron a las parientes silvestres del arabica, el robusta y el liberica, además del Coffea eugenioides, un antecesor del primero. Su cercanía genética con las especies comerciales las convierten en reservas vitales para la renovación de su acervo genético. En un segundo grupo incluyeron 38 especies que, aunque no hibridan de forma natural con las comerciales, sí podrían aportar mejoras en resistencia, aromas, rendimiento… mediante las modernas técnicas agronómicas. En el último grupo hay 82 especies sin interés comercial ahora, aunque podrían ser aprovechables gracias a la ingeniería genética.
La principal especie amenazada, del primer grupo, es la arabica, sobre la que se basa el cultivo del café. Del segundo grupo, hay otras 23 especies en peligro. Y del resto, otras 51 especies. Para comprender el alcance de estas cifras y porcentajes, se pueden comparar con el estado general de la conservación de las plantas. Mientras que en el conjunto del reino vegetal, solo el 22% de las especies están amenazadas, lo están casi tres de cada cuatro cafeteras.
Entre las causas hay una natural y el resto de origen humano. La primera es la propia rigidez biológica del café. A pesar de que las variedades comerciales están presenten en todas las regiones tropicales del planeta, la mayoría de las especies silvestres se dan en franjas geográficas reducidas y localizadas, muy adaptadas a las condiciones locales. Por eso, perturbaciones humanas como la pérdida del hábitat, el avance de la agricultura o efectos del cambio climático como la reducción de la temporada de lluvias y el aumento de los días de calor, están afectando la resiliencia de los cafetales silvestres.
“En el café el tema es crítico. Solo hay dos especies que se usan comercialmente y de estas se utiliza solo una pequeña parte de la variablidad genética”, recuerda el director del Centro Nacional de Investigaciones de Café de Colombia (Cenicafe), Álvaro León Gaitán, no relacionado con este estudio. “El problema es que en la medida en que cambian las condiciones de cultivo, toca cambiar las plantas y la poca diversidad genética utilizada en las variedades comerciales no da para seleccionar nuevos tipos de plantas”, añade. De ahí la importancia de las especies silvestres, que pueden tener genes con respuestas a estos problemas. “Sin embargo, en el caso de arabica, se han degradado los bosques naturales de Etiopía y Sudán del Sur donde se originó la especie, por lo que se debe recurrir a las colecciones de germoplasma que se recolectaron en los años 60”, completa el responsable de Cenicafe.
Aunque solo hay tres especies con interés comercial, en la naturaleza hay más de un centenar de especies de café
Pero el problema de la conservación in situ se agrava porque muchas de las especies silvestres no tienen copias de respaldo fuera. Buena parte de la biodiversidad vegetal (y animal) cuenta con estrategias de conservación ex situ. Ya sean los decimonónicos jardines botánicos, los herbarios o los bancos de semillas o de germoplasma, en varios sitios del planeta se guardan recursos de la mayoría de las plantas de interés para los humanos. Aquí, mientras el 71% de los 63 principales cultivos humanos cuenta con alguna copia de seguridad, solo la tienen un tercio de las especies cafeteras.
“A diferencia del frijol o el maíz, la viabilidad de las semillas de café se reduce significativamente si estas son secadas y congeladas (el embrión muere)”, recuerda la investigadora del Global Crop Diversity Trust, Nora Castañeda, autora de aquel estudio con los 63 principales cultivos. “Por eso, es necesario contar con otras alternativas para la conservación de estos recursos genéticos, como los bancos de germoplasma de campo, cultivos in vitro, criopreservación, parques naturales e incluso en las mismas fincas de los productores”, añade la científica colombiana. El objetivo de esta organización internacional, con sede en Bonn (Alemania) es preservar la diversidad de cultivos para proteger la seguridad alimentaria mundial.
Para Castañeda, los resultados del estudio (en el que no ha intervenido) son un reflejo del estado de vulnerabilidad de la vida silvestre en el planeta en general. “Sin embargo, no deja de sorprender que los parientes del café se encuentren dentro del grupo de plantas con mayor riesgo de extinción y que, además, son vulnerables pues carecen de acciones concretas para su conservación”, dice en un correo. En 2017, en colaboración con el World Coffee Research, su organización publicó una estrategia global para la conservación del café. Estimaron que haría falta apenas un millón de dólares (880.000 euros) para “conservar en perpetuidad recursos genéticos de café que en este momento se encuentran en colecciones clave”, destaca la científica colombiana. Visite nuestro sitio web AQUI