Actualmente existen avances significativos en el diagnóstico del estrés oxidativo, causa fundamental del envejecimiento y daño de las estructuras biológicas.
¿Qué es el estrés oxidativo?
En todos los organismos vivos, existe un equilibrio delicado entre la oxidación causada por especies reactivas (RS, también llamadas radicales libres) y la defensa antioxidante. La ruptura de este equilibrio es la causa de una condición conocida como “estrés oxidativo” (OS), que puede inducir un daño celular prematuro o sea un envejecimiento temprano y a su vez desencadenar numerosas enfermedades.
Por lo tanto, el estrés oxidativo (OS) es una afección patológica debido a un aumento anormal de especies reactivas (EROS, también llamadas radicales libres) de gran poder oxidante, y por una reducción concomitante de las defensas antioxidantes contra los radicales libres. Los antioxidantes son agentes químicos o biológicos capaces de neutralizar el daño potencial de esos radicales libres.
¿Cuáles son las causas responsables de una mayor producción de especies reactivas?
El organismo en condiciones normales, produce una cantidad definida de EROS, debido al metabolismo celular fisiológico. Por lo cual se los define como “compañeros de viaje irreemplazables” de la vida celular.
En condiciones saludables, el cuerpo es capaz de prevenir excesiva producción de EROS debido al sistema natural de defensa de antioxidantes.
Estos EROS son potencialmente peligrosos porque tienen la tendencia espontánea a oxidar las moléculas debido a la capacidad de capturar un electrón o un átomo de hidrógeno a cualquier sustancia que entre en contacto con ellos.
Debido a este efecto, la molécula se daña y a su vez puede convertirse en más EROS, perpetuando, si no hay antioxidantes disponibles, la reacción inicial a otras moléculas (carbohidratos, lípidos, aminoácidos, péptidos, proteínas, nucleótidos, ácidos nucleicos).
La consecuencia de todo ello es que se produce un deterioro de los tejidos y por tanto se favorece la aparición de diferentes patologías graves, entre las que cabe destacar las enfermedades cardiovasculares o incluso el cáncer, además del envejecimiento prematuro de la piel o la aparición de diferentes trastornos neurológicos, y numerosas enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Ahora bien, ¿Quién es el responsable de la producción excesiva de estos EROS?
Factores exógenos: cigarrillo, fármacos, contaminación ambiental, radiaciones UV, excesiva o inapropiada alimentación entre otros. Factores endógenos: alteraciones metabólicas y diversas enfermedades. En síntesis, los mencionados son solo algunos de los factores que producen estrés oxidativo, y su consecuencia es el envejecimiento prematuro y no saludable.
¿Cuáles son los sistemas de defensa con los que cuenta nuestro organismo para combatir el exceso Radicales Libres?
– Enzimáticos o Endógenos. Superóxido Dismutasa (SOD) Glutatión Peroxidasa (GP) Glutatión Tranferasa (GT) Catalasa.
– No Enzimáticos o Exógenos. Estos deben ser absorbidos por el ambiente externo, principalmente por medio de los alimentos, entre ellos se encuentran: alfa-tocoferol (Vitamina E) Ácido ascórbico (Vitamina C) b-caroteno o Provitamina A Proteínas Transportadoras de Metales de Transición (transferrina, celuloplasmina, ferritina) Captadores de Radicales Libres (Polifenoles).
¿Para qué nos serviría diagnosticar el estrés oxidativo?
Nos permitiría tanto monitorear la efectividad de tratamientos médicos en caso de enfermedad, como así también prevenir la aparición de enfermedades por consecuencia del estrés oxidativo (riesgo cardiovascular, hipertensión, enfermedades metabólicas, pérdida de memoria, pérdida de la visión , envejecimiento cutáneo y enfermedades graves como el cáncer por citar solo algunas). Prácticamente, no hay especialidad médica a la cual el diagnóstico de estrés oxidativo no le sea de suma utilidad. El problema hasta hace tiempo es que el diagnóstico se realizaba por metodologías que no están al alcance del público en general, pero en la actualidad existen metodologías más sencillas comparables con el método de referencia y además existen métodos para evaluar el potencial antioxidante. De esta manera, midiendo en sangre la concentración de radicales libres, más la barrera antioxidante, estamos en condiciones de arribar al diagnóstico de estrés oxidativo. Algunas técnicas que directamente evalúan actividad enzimática utilizan medidas espectroscópicas, procedimientos de actividad en gel o métodos de inmunocitoquímica.
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